Cuenta la leyenda que buscaba el rey Don Pedro un aspirante para Escribano mayor del Cabildo de Sevilla. Fueron numerosos los interesados que se presentaron al puesto y el monarca reunió a todos ellos en los jardines de María de Padilla, en el Alcázar. Hizo pasar uno a uno a todos los candidatos y señalando el estanque situado en mitad del patio en el que flotaban naranjas les preguntaba a los aspirantes: ¿cuántas naranjas cree que hay en el estanque?
Cada uno de los entrevistados fue respondiendo, según su instinto y parecer, cuantas naranjas podía haber flotando en el estanque. El monarca cansado y sin encontrar una respuesta que le satisficiese, hizo pasar al último de los candidatos que, según leyenda popular, se trataba de Juan de Pineda. Este recibió la misma pregunta, ¿cuántas naranjas flotan en el estanque? Y, echando mano de ingenio, hizo traer un palo o una vara antes de dar su respuesta final. Sacó todas las naranjas y comprobó que estaban cortadas por la mitad, pero al flotar boca abajo parecían naranjas completas. De esta forma, el de los Pineda, una vez sacadas todas las naranjas del estanque, realizó la suma final y dio el resultado correcto.
No solo por resolver la pregunta correctamente, sino por el uso de la lógica que Juan de Pineda había demostrado, el monarca orgulloso le concedió el puesto de Escribano mayor del Cabildo de Sevilla. Don Pedro I de Castilla y su particular forma de impartir justicia afirman la importancia de sopesar, reflexionar y argumentar cada una de nuestras decisiones y, sobre todo, de utilizar el sentido común.
¡Muy bonita la leyenda!
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